Guapo hasta el final, por Sonia Villa
Nuestro Presidente más guapo

Guapo hasta el final, Sánchez después de que se sepan los desmanes de algunos en las altas esferas del PSOE en contra de las únicas personas que velan por la imparcialidad y la justicia de este país —jueces, guardia civil e incluso algunos fiscales que no dependen de quien dependen—, se va a atrincherar en el poder.
La estrategia de las últimas horas, la más típica y antigua del mundo, divide y vencerás, sustentada por la prensa amiga en una invasión de artículos que ponen de manifiesto oprobios pasados de otras formaciones, o recuerdan éxitos de medidas supuestamente sociales que sólo indican que nuestro poder adquisitivo ya no soporta ni el costo de las gafas de nuestros hijos.
En capacidad económica, las familias no llegan ni a los niveles de 2008, y eso, aunque los más fieles se empeñen en negarlo, lo sufrimos todos los días en nuestros bolsillos todos los españoles.
Sin aparecer ni para saludar a esa prensa que le baila el agua, pareciera que vuelve a entrar en reflexión, como aquellos famosos cinco días cuando saltó el escándalo de su señora.
Pero según algunas fuentes, y sobre todo según los tiempos, esos días no se estaban usando para reflexionar por el escándalo —que ya era el enésimo de la legislatura—, si no olvidamos, por ejemplo, los decretos extraños aprobados durante la pandemia, o aquellas empresas de mascarillas en el BOE que cuando tenían datos, a veces ni eran ciertos—, sino para diseñar estrategias en contra de cualquiera que se atreva a cuestionar su reinado.
Porque esto ya no es una legislatura democrática. En el momento en que jueces e investigadores, con trayectoria probada de perseguir delitos de todos los colores, son sujetos de estrategias de acoso y derribo, orquestadas con la complicidad de sus propios compañeros funcionarios y de los políticos del partido del gobierno, ya no nos queda nada de democracia. Y esto es serio.
El guapo no se va. Y no se va porque no quiere y porque no puede. Necesita permanecer en el poder con la esperanza de poder controlar los daños de un escándalo que ya no tiene control, a la par que sigue la campaña de blanqueo de su persona en los medios afines, con cargo a los que cada día tenemos menos poder adquisitivo. Y siguen subiendo impuestos…
Si se fuera, la fiscalía dejaría de depender de quien depende, según sus propias palabras, fruto de la traición de su subconsciente, y originadas en su propia soberbia.
Si se fuera, lo poco del PSOE que queda, en aras de rescatar su imagen cara a un pueblo que contempla la peor cara de la formación nunca vista, actuaría en contra de él —o cuanto menos de los suyos más cercanos— de manera ejemplarizante, o no podrían vender la moto de honestidad de la que carecen hoy y ahora, dado que están sustentando en el poder a semejante cúpula.
Y eso es única y exclusivamente responsabilidad suya, con las consecuencias que tenga.
Y los socios, tan culpables como ellos, o callan o lanzan mensajes tibios que no consiguen engañar a nadie.
Qué felices los nacionalistas de tener al presidente más parlamentariamente débil de la historia, al que le pueden sacar cualquier cosa. Y también al presidente que menos sentido de Estado tiene, puesto que con tal de aparecer en las fotos dentro de Moncloa, les da lo que haga falta.
La oposición convoca una manifestación. Me atrevo a adelantar que algunos se verán tentados a ir o no ir según quién convoque, aunque el objetivo común sea el mismo y sea superior a todo interés partidista.
Pero esto no se trata de partidos. Se trata de aprovechar los únicos medios que este gobierno, que controla casi todos, nos deja aún por aprovechar.
Y es que, una sociedad económicamente sana, que en último término es lo que nos importa en el día a día, no debería necesitar de una paga para comprar las gafas de sus hijos, así como no debería celebrar como un triunfo que cada día haya más personas que necesiten del ingreso mínimo vital para subsistir.
No estamos mejor ni tenemos más derechos que antes del PSOE. Sólo hay un uso eficaz y efectivo de impuestos y recursos para la manutención de los que nos gobiernan y todas sus familias, amigos y esbirros de toda calaña.
Solo nos queda la calle, salgamos con quien salgamos, que luego el voto ya se lo daremos a quien nos dé la gana.