Illa y Moncloa agitan el 'Ayuso nos roba' para blanquear el cupo catalán ante su electorado
La frase típica independentista pasa a ser socialista

El Gobierno de Pedro Sánchez, con Salvador Illa como portavoz territorial en Cataluña, ha decidido reactivar el ya manido discurso del "centralismo madrileño" para justificar su último movimiento: una financiación singular para Cataluña. Lo que no dicen —pero todos entienden— es que se trata de un cupo a la carta, diseñado para contentar a los socios separatistas a cambio de unos meses más de estabilidad parlamentaria.
Esta maniobra, sin embargo, no convence ni siquiera a su propio electorado. Según los últimos datos, el 43,9% de los votantes del PSOE y un significativo 39% de los de Sumar rechazan rotundamente este privilegio económico para la segunda comunidad más poblada. Pero eso no parece importar en Moncloa. La consigna es clara: blanquear el chantaje del independentismo y envolverlo en papel de víctima.
Para lograrlo, el Gobierno ha resucitado el fantasma de Madrid. La campaña "Ayuso nos roba" ha vuelto con fuerza, buscando enfrentar territorios y crear una narrativa de agravio para legitimar el trato diferencial con Cataluña. Una estrategia tan vieja como tramposa: agitar el resentimiento territorial mientras se oculta que las desigualdades no se corrigen privilegiando a unas regiones sobre otras, sino garantizando la igualdad entre todas.
La incoherencia es insultante. Durante años, el PSOE ha criticado el cupo vasco por injusto, y ahora pretende implantar uno similar para Cataluña sin ningún consenso nacional. Mientras tanto, comunidades como Andalucía, Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha, que han sido sistemáticamente infrafinanciadas, siguen esperando una reforma justa del sistema. Pero para Moncloa, la urgencia es contentar a ERC y Junts, no a los ciudadanos.
Este uso partidista de la financiación autonómica no solo degrada el modelo territorial, sino que convierte el Estado en una agencia de reparto clientelar, donde el mérito político se mide por la capacidad de chantaje.
El PSOE vuelve a demostrar que está dispuesto a vender cualquier principio a cambio de permanecer en el poder. Y lo hace enfrentando a los españoles entre sí, utilizando la demagogia y el victimismo como herramienta de gobierno. Así, el debate ya no es cómo mejorar la financiación de todas las comunidades, sino cómo justificar un privilegio económico inadmisible.
El resultado: una España cada vez más dividida, más desconfiada y más desencantada con un Ejecutivo que ya no gobierna para todos, sino solo para quienes le garantizan los votos necesarios para aguantar un poco más en La Moncloa.