José Benlloch comunista de Pro prefiere una Macro Mezquita que arreglar las infraestructuras de Vila-real

José Benlloch: 14 años de excusas, deuda y goteras en Vila-real

Redacción
Política
sábado, 11 de octubre de 2025

José Benlloch, el alcalde comunista de Vila-real, sigue instalado en su discurso favorito: culpar al Partido Popular de todos los males del municipio.
Cada vez que algo falla, cada vez que un servicio público se degrada o una infraestructura se cae a pedazos, el relato es el mismo: “la culpa es del PP”.
Pero después de catorce años al frente del Ayuntamiento, esa excusa ya no cuela.
La mitad de la deuda del consistorio ya lleva su firma, y los principales problemas urbanos son fruto directo de su gestión.


Catorce años de gobierno, catorce años de abandono

Cuando Benlloch llegó al poder, prometió modernizar Vila-real, sanear las cuentas y traer una nueva forma de gobernar.
Hoy, después de más de una década, el resultado es muy distinto: deuda, dejadez y deterioro.
Las calles están destrozadas, los barrios olvidados y las instalaciones municipales dan vergüenza.

Mientras tanto, el alcalde sigue gastando dinero público en proyectos ideológicos y en su propio culto político, en lugar de solucionar los problemas básicos de los vecinos.


Infraestructuras hundidas y piscinas que se caen a pedazos

El ejemplo más visible está en las piscinas municipales, donde las goteras y las humedades son ya parte del paisaje.
Los vecinos pagan sus tasas, pero las instalaciones se deterioran cada año un poco más.
Techos que gotean, vestuarios sin mantenimiento y sistemas de climatización obsoletos son el reflejo de lo que pasa cuando la propaganda sustituye a la gestión.

El problema no es la falta de recursos, sino la mala gestión y las prioridades equivocadas.
Mientras se ignoran las reparaciones más urgentes, el alcalde se centra en proyectos ideológicos, como una macro mezquita, símbolo de su política de gestos antes que de soluciones.


Deuda socialista y silencio mediático

A día de hoy, la mitad de la deuda municipal pertenece al mandato de Benlloch.
Un alcalde que presume de responsabilidad pero ha multiplicado el gasto y disparado la deuda, mientras la ciudad se hunde en los mismos problemas que prometió resolver hace una década.

La estrategia es clara: mantener un discurso de victimismo constante, señalar al PP por todo y ocultar sus propios fracasos bajo el paraguas del progresismo.
Pero los números y las goteras son imposibles de esconder: Vila-real está peor que hace 14 años.


Una macro mezquita en lugar de un plan de mantenimiento

Mientras las infraestructuras públicas se caen, el alcalde ha defendido y priorizado la construcción de una macro mezquita en el municipio.
Un proyecto que ha levantado malestar entre los vecinos, no por motivos religiosos, sino por pura lógica municipal:
¿cómo puede un ayuntamiento sin dinero para arreglar sus piscinas, aceras y parques, destinar recursos a proyectos de este calibre?

La respuesta está en su modelo político: ideología antes que gestión.
Benlloch no gobierna para resolver, sino para posar y contentar a su electorado ideológico, aunque el resto de Vila-real se venga abajo.


El espejismo del relato socialista

Durante años, Benlloch ha vendido la idea de que heredó un ayuntamiento “en ruinas”.
Pero la realidad es que, tras catorce años de mandato, ha tenido tiempo de sobra para cambiar las cosas.
No lo ha hecho.
Y cuando un dirigente repite la misma excusa durante más de una década, lo que demuestra no es memoria, sino incapacidad.

El supuesto “cambio” prometido por el socialismo en Vila-real se ha traducido en estancamiento, más deuda y una ciudad cada vez más descuidada.
El alcalde sigue colgándose medallas en actos públicos, mientras las goteras de las piscinas caen sobre los vecinos y las calles se llenan de baches.


Vila-real necesita gestión, no propaganda

Vila-real no necesita un alcalde que viva del pasado ni un gestor que gaste el dinero de los vecinos en propaganda ideológica.
Necesita alguien que trabaje, mantenga, repare y gestione con seriedad.
Porque cuando las piscinas gotean, las calles se hunden y las deudas crecen, los discursos ya no sirven.

José Benlloch ha tenido 14 años para demostrar su capacidad.
Y lo único que ha demostrado es que la izquierda, cuando gobierna demasiado tiempo, convierte la ciudad en un escaparate de ruina y excusas.


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