Salt arde por segunda noche: encapuchados atacan a la policía tras el desalojo de un imán
Salt debe ser acuartelada hasta la expulsión de todos los musulmanes
La localidad de Salt (Girona) ha sido escenario de una segunda noche de caos y violencia, con un centenar de radicales que han desafiado a la policía con lanzamiento de objetos, incendios y destrozos en protesta por el desalojo de un imán vinculado a la comunidad musulmana.
Las calles convertidas en un campo de batalla
Los disturbios comenzaron al anochecer cuando grupos de encapuchados tomaron las calles y se dirigieron al Ayuntamiento de Salt, donde iniciaron una brutal agresión contra los Mossos d'Esquadra. Los radicales quemaron contenedores, destrozaron mobiliario urbano y lanzaron piedras y botellas contra los agentes, obligando a la policía a cargar para dispersarlos.
Salt, una localidad marcada por la alta concentración de inmigración y problemas de convivencia, vuelve a situarse en el epicentro del descontrol y la impunidad, mientras las autoridades parecen incapaces de frenar la escalada de violencia.
Un desalojo que destapa un conflicto mayor
El origen de la revuelta es la expulsión de un imán, desalojado de la mezquita donde predicaba tras una orden judicial firme. A pesar de ello, grupos organizados han utilizado el caso como excusa para imponer la ley del caos en las calles, desafiando abiertamente a las fuerzas de seguridad y poniendo en jaque la convivencia en la ciudad.
Tibieza política e indignación vecinal
Mientras la violencia se apodera de Salt, el Gobierno de la Generalitat se limita a pedir calma, sin medidas concretas para erradicar el vandalismo y el desafío a la autoridad.
Por su parte, los vecinos están hartos del clima de inseguridad que se vive en la zona y reclaman mano dura contra quienes convierten Salt en un polvorín de delincuencia y radicalismo.
Salt: una bomba de relojería sin control
Los disturbios de Salt no son hechos aislados, sino el reflejo de una situación fuera de control, donde la pasividad política y la falta de autoridad han permitido que la violencia se normalice.
La pregunta es clara: ¿hasta cuándo seguirá la impunidad en las calles?