Manifestación del Orgullo LGTBI: propaganda disfrazada de libertad

"Ver a la gente aquí es libertad pura" fue el lema de una manifestación que, lejos de representar a toda la sociedad, se ha convertido en una exhibición de sectarismo ideológico. Una marcha reducida a 25.000 personas que no expresa pluralidad, sino adoctrinamiento promovido desde el poder.

No hubo carrozas, pero sí consignas cargadas de arrogancia política. La manifestación fue abanderada por la Ley Trans, una ley polémica que ha dividido incluso al propio movimiento feminista y que representa una cesión total a los postulados más radicales de la ideología de género.

Mientras miles de ciudadanos apenas llegan a fin de mes, el Gobierno se felicita por este tipo de actos que desvían la atención de sus fracasos: inflación, crisis en la vivienda, deterioro sanitario y educativo, y corrupción institucional.

La verdadera libertad no se impone. No es libertad si te obligan a aplaudir leyes que borran el sexo biológico, si se criminaliza la discrepancia o si se cancelan voces críticas. Lo que se exhibe en estas marchas no es libertad, sino conformismo subvencionado y coreografiado por el poder.

Este Orgullo no ha sido una reivindicación de derechos, sino una fiesta institucionalizada del pensamiento único, donde la única bandera que importa es la que garantiza privilegios políticos.

El respeto y la diversidad real no se construyen con pancartas impuestas, sino con libertad de conciencia, debate sin censura y derechos que protejan a todos, no solo a los afines del Gobierno.