Vecina de Madrid, sobre el Orgullo: "Me tengo que ir del barrio estos días, en mi portal ruedan una peli porno"
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Los vecinos de Chueca, el barrio madrileño epicentro de las celebraciones del Orgullo, viven con hartazgo una semana que para muchos significa ruido, suciedad, caos y escenas lamentables en plena vía pública.
Ana García, residente en la plaza de Chueca, lo resume con crudeza: "Me tengo que ir del barrio estos días, en mi portal ruedan una peli porno". No es una metáfora. Las escenas explícitas, los comportamientos obscenos y el descontrol se han convertido, según numerosos testimonios, en el pan de cada año durante las fiestas.
Muchos residentes han optado por abandonar sus viviendas temporalmente para evitar las consecuencias del desmadre: portales usados como baños, peleas nocturnas, consumo de drogas y nulo respeto por quienes allí viven.
La sensación generalizada es que el Orgullo ha dejado de ser una fiesta por los derechos para convertirse en un espectáculo sin límites, subvencionado e intocable, ante el que el Ayuntamiento y la Comunidad miran hacia otro lado por miedo a ser acusados de fobia.
"Esto no va de derechos, va de impunidad", concluye Ana, mientras hace las maletas. La libertad de unos no puede ser la condena de otros.