Mayah, la adolescente que se ha convertido en símbolo de Europa
Sonia Villa hace una evaluación del caso y la situación.
Me llegan memes de una muchacha joven, a veces ataviada con traje templario, otras caracterizada como el personaje principal de Braveheart, enarbolando un cuchillo y un hacha, en actitud de ataque… Mi curiosidad, al ver que lo acompañan frases del estilo “la reina de Escocia” o “la nueva Juana de Arco”, se despierta.
Tras consultar diversos artículos en la prensa internacional —de Alemania, Escocia y Suecia, entre otros—, me formo una idea muy general de lo que ha ocurrido para generar una corriente de memes en torno a esta muchacha, a la que muchos definen como un símbolo.
Una niña frente al acoso
Una adolescente de catorce años, que por alguna circunstancia, decidió llevar un cuchillo y un hacha encima, y que luego los utilizó para defender a su hermana de doce, que estaba siendo acosada sexualmente por un inmigrante.
“¡No la toques! ¡Tiene doce años!”, gritaba la niña mientras enarbolaba sus armas. El interpelado, que es un acosador pero no un idiota, aprovecha para grabarla. Se oye su voz de fondo provocándola —la picardía que dan los años que la niña no tiene— y el vídeo de lo acontecido se ha hecho viral.
La policía contra la víctima
Acude la policía al lugar del suceso, alertada por llamadas en las que se indicaba que había una niña con armas en la calle —me pregunto por qué nadie llamó para denunciar el acoso previo—, y el resultado es que los detienen a ambos.
Del autor del acoso no se sabe nada; de la niña ha trascendido que, siendo la legislatura del país muy dura con la posesión de armas, se enfrenta a cargos graves.
El verdadero problema
Y yo me pregunto: ¿qué lleva a una niña a sentir la necesidad de salir a la calle llevando esas armas? ¿Había un acoso previo?
No voy a ser yo quien justifique eso de portar un cuchillo o cualquier otro elemento defensivo e ilegal encima, pero… de tener a un tipo de esta calaña encima de nuestra hermana pequeña, ¿cómo reaccionaríamos cualquiera de nosotros?
Está claro que un adolescente no gestiona las cosas como un adulto y que Mayah, que así se llama nuestra protagonista, podría haber tomado miles de decisiones diferentes.
Pero en un país normal, un acosador de niñas debería tener algo de miedo y salir corriendo a verse interpelado, no sacar su móvil y comenzar a grabar a la chica con el ánimo de meterla en un problema… El problema no es su nacionalidad, es tener un sentimiento de impunidad vomitiva.
La doble vara de medir
Hace unos meses se buscaban miles de excusas para defender a tres menores que asesinaron vilmente a su educadora.
Hoy, probablemente cierta ideología haga que Mayah no tenga el mismo trato, solo por el complejo de no levantar una palabra contra el que la niña tenía enfrente.
¿Razones? El silencio impuesto a medios en un problema que se vive en España igual que en toda Europa. Los políticos pusilánimes que no llaman a las cosas por su nombre para que no les tachen de racistas. Las leyes permisivas con los delincuentes y pasivas con los decentes… lo vemos todos los días.
Una reacción ciudadana sin complejos
Lo que me asombró, artículo tras artículo, fue comprobar la reacción de la ciudadanía, que ha hecho de esta niña un referente.
He constatado que el hartazgo ante estas situaciones de “choque cultural” es común a toda Europa: indignación, empatía con la niña, y vergüenza por los propios complejos, que nos han llevado a sacrificar el bienestar en nuestras calles en aras de un buenismo que no hace sino destruirnos.
De un lado, el pueblo que sufre el problema; del otro, quienes viven de él y quienes lo han creado. Y en el medio, un arcoirismo acomplejado que buscará excusas para defender lo indefendible… solo hasta el momento en que vivan una situación parecida en sus propias carnes.
La ceguera de la Unión Europea
Hoy me llega la noticia de que la Unión Europea ha descubierto que entre los inmigrantes que llegan en los cayucos, se cuela una cantidad importante de delincuentes…
Acabáramos, ¿ahora se enteran? Si han tardado tanto en ver lo obvio, a saber lo que tardan en pensar en alguna solución, y mucho más en aplicarla.